Ciencias Sociales - Textos para realizar el segundo Trabajo Práctico
El trabajo de los
historiadores
- La palabra historia tiene dos sentidos. Por un lado, se refiere a lo que ya pasó, entendido como los sucesos del pasado de una sociedad. Por otro lado, alude a una ciencia social que se ocupa del relato de esos sucesos del pasado. Los especialistas que investigan, interpretan y elaboran explicaciones sobre el pasado son los historiadores.Los historiadores interpretan el pasado desde su propio presente; eso quiere decir que lo hacen condicionados por sus propios conocimientos e ideas. Por eso, los mismos acontecimientos pueden ser interpretados de diferentes maneras por distintos historiadores, según la posición científica e ideológica que adopten ante esos acontecimientos.Como resulta imposible recuperar el pasado tal como sucedió, los historiadores realizan una reconstrucción a partir de las huellas que quedan de ese pasado. A esas huellas del pasado se las denomina fuentes.
Para realizar sus
investigaciones, los historiadores trabajan de forma individual o en equipo.
En los dos casos, siguen un método científico organizado en las siguientes
etapas:
•
Elección de un tema: establecen qué tema van a investigar. Luego se hacen
preguntas acerca de cuándo, dónde, cómo y por qué sucedieron los acontecimientos
que están estudiando, y quiénes los protagonizaron.
•
Elaboración de hipótesis: a partir de las preguntas formuladas, elaboran una o más
suposiciones llamadas hipótesis.
•
Búsqueda de información: procuran encontrar fuentes adecuadas al tema, que pueden
proceder del período que están estudiando o pueden haber sido producidas por
otros investigadores.
•
Análisis de la información: comparan y relacionan la información obtenida; además,
analizan si las hipótesis elaboradas son válidas.
•
Elaboración de conclusiones: una vez analizada la información, escriben las
conclusiones.
•
Difusión de la investigación: por distintos medios (publicaciones científicas, libros,
documentales, programas culturales, clases, etcétera), dan a conocer las
conclusiones sobre el tema que han investigado.
La escritura de la historia
Hasta las primeras décadas del siglo XX, los historiadores dieron mucha
importancia a las fechas y los grandes acontecimientos políticos y militares.
De esta manera, en sus relatos solo tenían cabida los personajes destacados,
como reyes y militares, a quienes se mencionaba con nombre y apellido.
En 1929, un grupo de historiadores franceses creó la Escuela de los Anales.
Estos historiadores plantearon la importancia de las cuestiones socioeconómicas
y el protagonismo de los grupos sociales y las personas comunes para el estudio
de la historia. Además, valoraron el trabajo interdisciplinario (es decir, en
coordinación con otras ciencias) y el uso de fuentes no escritas. Desde
entonces, la mayoría de los historiadores utiliza un método de investigación
que toma en cuenta estos aportes. Esto quiere decir que los historiadores
incorporan a sus investigaciones los materiales que se generan en disciplinas
como la geografía, la antropología, la arqueología, la sociología y la
economía.
A lo largo del siglo xx se desarrollaron nuevas formas de investigación,
entre ellas, la historia de las mentalidades, que investiga cómo pensaban el
mundo las personas de cada época histórica; la historia oral, que toma como
fuentes de análisis los relatos de protagonistas o testigos de acontecimientos
históricos, y la historia, que trabaja a partir del análisis de un objeto, un
individuo o un grupo social en apariencia poco importante.
En las últimas décadas del siglo xx, el debate entre los historiadores
se centró en las características de la escritura de la historia. A partir de
ese debate, la mayor parte de los historiadores coinciden en que la historia es
una narración que, a diferencia de las narraciones ficcionales (como los
cuentos y las novelas), relata acontecimientos y procesos a partir de un método
científico.
“Testimonios:
Tipos de Fuentes”
Antes de comenzar a investigar el tema que les interesa,
los historiadores consultan lo que se ha publicado previamente sobre el tema: a
esto se lo llama "el estado de la cuestión". Las publicaciones de otros autores se llaman fuentes secundarias.
Cuando el historiador aborda, en cambio, el estudio de
objetos o documentos que corresponden a la época que está investigando (un
testamento o una carta de amor o un parte de guerra, por ejemplo) trabaja con fuentes primarias.
De acuerdo con sus características, las fuentes en que se pueden
convertir los testimonios, pueden ser:
·
Orales: los
que nos llegan a través de la palabra, como anécdotas, mitos, tradiciones,
relatos sobre guerras o migraciones, etc.
·
Escritos: los
que se registran en forma manuscrita o impresa, como cartas, diarios
personales, testamentos, libros, leyes, tratados de paz;
·
Gráficos y audiovisuales: películas,
videos, dibujos, carteles y afiches, grafitis, pinturas, fotografías,
grabaciones, etcétera;
·
Cuando
los historiadores estudian sociedades ágrafas (sin- escritura), o con escritura
pero muy lejanas en el tiempo, la falta o escasez de documentos escritos hace
que las investigaciones se apoyen más en los restos materiales:
o
Construcciones
(viviendas, templos, tumbas, fortificaciones, obras públicas, etc.)
o
Vehículos
(carros, barcos, aviones, automóviles, etc.)
o
Herramientas
(azadas, martillos, palas, sierras, clavos, etc.)
o
Armas
(hachas, arcos y flechas, espadas y puñales, cañones, lanzas, etc.)
o
Vestimentas
o
Muebles
o
Utensilios
(objetos de uso cotidiano)
o
Adornos
corporales (joyas, hebillas, etc.)
o Símbolos (escudos de armas, blasones, estandartes,
anillos de sello, banderas, etc.)
El tiempo y la historia
Desde los orígenes de la humanidad, todas las sociedades
debieron preocuparse por el tiempo para organizar sus actividades. Así, por
ejemplo, los pueblos agricultores tenían que calcular cuándo era el momento
adecuado para sembrar o cosechar. En ese entonces, los seres humanos solo
contaban con la observación de la naturaleza y los conocimientos que tenían
sobre el medio- ambiente en el que desarrollaban sus actividades.
Posteriormente, la invención de distintos tipos de calendario y la del reloj
sirvieron para establecer con mayor precisión los tiempos de trabajo, reunión y
recreación.
Los historiadores
también utilizan los criterios propios de la sociedad en la que viven acerca
del uso del calendario y el tiempo de los relojes. Sin embargo, estas formas de
medición del tiempo no son suficientes para sus investigaciones científicas
porque son demasiado limitadas. Por eso, también emplean las siguientes
categorías o medidas temporales para ubicar los acontecimientos que estudian:
Milenio:
período de 1000 años.
Siglo: período de 100 años.
Década:
período de 10 años.
Herramientas para medir y ordenar el tiempo
Dos herramientas fundamentales para medir y ordenar el
tiempo son la cronología y la línea de tiempo.
Colocar los acontecimientos en orden cronológico
significa ordenarlos desde el más antiguo hasta el más reciente para reconocer
si cada uno sucedió antes o después que los demás. Si dos procesos o
acontecimientos sucedieron al mismo tiempo (es decir, si fueron simultáneos),
los historiadores pueden establecer comparaciones en la sincronía*. Por
ejemplo, pueden responder a preguntas como “¿Qué ocurría en Egipto al mismo
tiempo que se iniciaba el Imperio romano?”.
La línea de tiempo es una representación gráfica que permite
ubicar acontecimientos históricos al ordenarlos en milenios, siglos, décadas o
años. Para hacerla correctamente, es necesario organizar una escala en la que
cada segmento de la línea represente la misma extensión temporal.
Para estudiar la historia que veremos en este libro, es
importante conocer la forma de división del tiempo propia de nuestra cultura.
Según este criterio, el año 1 es el que corresponde al nacimiento de Cristo;
por lo tanto, se considera que todos los acontecimientos anteriores a ese año
son de antes de Cristo (a. C.). Así se lo indica, por ejemplo, cuando se
escribe en qué año se inició el reinado del emperador romano Augusto: 27 a. C.
Cambios y Continuidades
En nuestra vida ocurren muchos cambios, pero, a la vez,
algunas cosas permanecen. Por ejemplo, podemos mudamos de vivienda o cambiar
de trabajo, pero, al mismo tiempo, conservamos conductas y costumbres que
aprendimos cuando éramos niños. Lo mismo sucede con las sociedades, que
experimentan cambios o transformaciones y permanencias o continuidades.
Para comprender los cambios y las permanencias, los
historiadores reconocen diferentes ritmos temporales de acuerdo con la
siguiente propuesta del historiador francés Femand Braudel (1902-1985), que
perteneció a la Escuela de los Anales:
• La corta duración: es
el tiempo de los acontecimientos, es decir, de los hechos puntuales. Por
ejemplo, una batalla o la coronación de un emperador.
•
La media duración:
es el tiempo de las coyunturas, es decir, de los períodos
que mantienen ciertas características durante la vida de una o dos generaciones
de personas. Por ejemplo, el período en el que predomina una actividad
económica en una región determinada.
• La larga duración: es
el tiempo de las estructuras, es decir, de los procesos ^ que
definen las características de un tipo de sociedad. Por ejemplo, los siglos en
los que se desarrolló el sistema feudal.
De
estos tres ritmos temporales, la larga duración es el más apropiado para que el
historiador distinga cambios y permanencias. Como se trata de una A extensión
larga de tiempo, es posible saber qué cambios tecnológicos, económicos,
culturales y políticos se produjeron en ella. También se puede estudiar qué
cambios ocurrieron en las mentalidades, esto es, en las maneras de pensar, de crear y creer de las personas que vivieron en esa
sociedad.
Otras miradas: Tiempo y naturaleza
"Antes de la industrialización, el cálculo del
tiempo dependía en gran parte de las exigencias del medioambiente. La
naturaleza dictaba los tiempos para sembrar, cosechar o quedarse sentado sin
hacer nada.
La tradición de contar por medio de los relojes de la
naturaleza se remonta a los comienzos de la historia. El antiguo calendario
egipcio, por ejemplo, era un 'nilómetro', una escala vertical que medía la
subida y la bajada del río Nilo. Aún hoy las sociedades no industrializadas
dependen del reloj de la naturaleza. La tribu luval en Zambia divide el año en
12 períodos heterogéneos de diferentes duraciones, marcadas por los cambios del
clima y la vegetación del entorno".
ROBERT LEVINE: UNA
GEOGRAFÍA DEL TIEMPO. 0 CÓMO CADA CULTURA PERCIBE EL TIEMPO DE MANERA UN POQUITO
DIFERENTE, BUENOS
AIRES, SIGLO xxi, 2012.
Causas y Consecuencias
Cada vez que los historiadores realizan una
investigación, buscan causas y consecuencias de los acontecimientos históricos.
Las causas son las razones por las que se produjeron esos acontecimientos y
responden a la pregunta ¿Por qué? Al responder a esta pregunta,
generalmente notamos que existe más de una causa para explicar un
acontecimiento. Por eso, en historia usamos la noción de multicausalidad.
Las consecuencias son los efectos de los acontecimientos.
Así como reconocen múltiples causas, los historiadores también distinguen
múltiples consecuencias para un mismo acontecimiento. Por ejemplo, entre las
causas de la caída del Imperio romano de Occidente se encuentran los problemas
internos del Imperio, la presión de los pueblos germanos y la crisis económica.
Como consecuencias de este acontecimiento, se pueden mencionar la fragmentación
del territorio, la formación de los reinos romano-germánicos y la ruptura de la
unidad imperial.
Los historiadores organizan en períodos los
acontecimientos históricos que van a estudiar, es decir que los dividen en
etapas en las que señalan un inicio y un ñn.
Según lo que estén investigando, los historiadores
adoptan el criterio de periodización que les parezca más conveniente. Por
ejemplo, si están estudiando un proceso económico, establecerán etapas de
acuerdo con los cambios en las formas de producción que sucedieron en ese
período. En cambio, si se trata de acontecimientos políticos, harán la división
en etapas según los cambios de gobierno.
Una forma de periodización frecuente en la ciencia
histórica es la división en edades, a las que se diferencia por su duración y
por los acontecimientos que les dan inicio y les ponen fin.
Los
protagonistas de la historia
Hasta la Revolución francesa, ocurrida en 1789, los
historiadores solo habían prestado atención a los grandes protagonistas de la
historia y habían escrito una historia de héroes y personajes destacados. A
partir de este acontecimiento, algunos historiadores comenzaron a preguntarse
por la participación del pueblo, es decir, de los hombres y las mujeres
comunes. Esa preocupación por ampliar la investigación y variar el enfoque
hacia otros grupos sociales influyó en el modo de escribir la historia.
Desde mediados del siglo xx, los aportes de las nuevas
líneas de investigación dieron origen a una escritura de la historia que
tomaba como sujetos a todos los integrantes de la sociedad. También se comenzó
a prestar atención a los grupos sociales que no habían sido considerados hasta
entonces, como las mujeres, los obreros y los campesinos.
Como resultado de este nuevo enfoque, los historiadores
consideran que la historia tiene múltiples protagonistas, a los que llaman sujetos o actores
sociales. Entre ellos, se distingue a los actores sociales individuales de los
grupales o colectivos.
Actores
sociales individuales: son aquellos cuyos nombres quedaron registrados en las
fuentes históricas por su actuación en ciertos acontecimientos. Por ejemplo,
el gobernante griego Pericles y el emperador romano Justiniano.
Actores sociales grupales o colectivos: son
los hombres y las mujeres que integran las clases sociales, los grupos
políticos y las entidades colectivas (por ejemplo, el pueblo). También son
actores colectivos las instituciones, como los sindicatos, Ja Iglesia y las
Fuerzas Armadas.
Entre acuerdos y desacuerdos
Los actores sociales se relacionan entre sí. Algunas
veces lo hacen a partir del acuerdo o consenso, lo que les permite, entre otras
cosas, crear instituciones, llevar adelante proyectos colectivos y organizar
acciones conjuntas. Sin embargo, muchas veces se producen desacuerdos entre
distintos actores sociales debido a diferencias en sus acciones y opiniones. A
estos desacuerdos se los llama conflictos.
En las sociedades que van a estudiar en este libro,
existieron numerosos conflictos que tuvieron como protagonistas a los
integrantes de una misma sociedad o de sociedades diferentes.
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