De la Colonización a la Revolución
3- El Virreinato del Río de la Plata
El
1º de agosto de 1776 Carlos III, rey de España, creó el Virreinato del
Río de la Plata con capital en Buenos Aires en el marco de una serie
de medidas destinadas a reorganizar el poder imperial. El antiguo
gobernador de Buenos Aires, Pedro de Cevallos, fue nombrado virrey del
Río de la Plata. El virreinato comprendía los territorios que hoy
ocupan la República Oriental del Uruguay, la República del Paraguay,
la República de Bolivia, la República Argentina y el Estado de Río
Grande, que pertenece actualmente a la República de Brasil. La creación
de este virreinato implicó un aumento de la población de Buenos Aires,
la consolidación de la estructura urbana y una transformación de esta
ciudad en un importante centro comercial entre las colonias y la
metrópolis.
Las provincias españolas en esta parte del continente lindaron desde
el primer día con las colonias que Portugal fomentaba en el Brasil. El
debate primitivo sobre el mejor derecho a la conquista del Río de la
Plata volvió así, en el andar del tiempo, a ser reanudado,
traduciéndose en una constante lucha por la fijación de los límites
territoriales.
Los portugueses invadían las tierras de las provincias
argentinas, en la región de los ríos, en el interior del Paraguay y de
la Audiencia de Charcas. Llegaron en uno de sus avances hasta edificar
una fortaleza en la Colonia del Sacramento, en la Banda Oriental,
frente a Buenos Aires, desde donde mantenían un activo comercio
clandestino con los habitantes de las provincias argentinas.
Desalojados, volvieron siempre, sin que los gobernadores
de Buenos Aires, dependientes del virreinato de Lima, pudieran obrar
con la rapidez y los recursos necesarios.
La corona de España resolvió, en 1776, encomendar a don
Pedro de Ceballos, teniente general de los Ejércitos de la monarquía,
una expedición militar para contener a los portugueses y expulsarlos de
los territorios que, fuera de toda discusión, pertenecían a las
provincias del Río de la Plata.
Para darle mayor autoridad, el rey erigió el virreinato,
con carácter de provisional, formándolo con las provincias del Río de
la Plata, Paraguay, Tucumán, Mendoza, San Juan del Pico y el distrito
de la Audiencia de Charcas.
La cédula real fue fechada en San Ildefonso el 1º de agosto 1776.
El virrey Ceballos, con un ejército aguerrido que trajo de
España, arrojó a los portugueses de los puntos invadidos, destruyó el
fuerte que habían construido en la Colonia del Sacramento, y desde
Santa Catalina presentóle al rey la conveniencia de erigir
definitivamente el virreinato.
El rey accedió y, por cédula de 27 de octubre de 1777,
erigió definitivamente el virreinato del Río de la Plata, nombrando
sucesor de Ceballos a don Juan José Vértiz.
El propósito fundamental de la corona de España era el de
defender y amparar su territorio, en la desembocadura de los ríos, al
Este, en el interior y al Norte, impidiendo que los portugueses
continuaran sus avances en las regiones inexploradas del centro del
continente.
Al virrey Ceballos le debieron las provincias del
Virreinato muchos progresos en el orden administrativo, porque fue él
quien propuso la creación de una Audiencia en Buenos Aires, y amplió el
permiso de tránsito para las mercaderías en las provincias interiores,
favoreciéndose al comercio general.
Complementando el propósito de descentralización que
demostraba Ceballos, la corona de España dictó en 1782, la real orden
de erección de Intendencias, por la que se dividía el territorio del
Virreinato, en ocho intendencias.
BUENOS AIRES, que comprendía el obispado del mismo nombre, con Montevideo, Santa Fe, Corrientes y Misiones.
PARAGUAY, comprendiendo todo el territorio de su obispado.
TUCUMÁN, que comprendía todas las provincias del centro argentino, cada una como subdelegación.
MENDOZA, que comprendía la provincia de Cuyo, fundada por la capitanía general de Chile.
SANTA CRUZ DE LA SIERRA, con su capital en Cochabamba.
LA PAZ, con todo el distrito de su obispado, y las provincias de Lampa, Carabaya y Azángano.
LA PLATA, con el territorio del arzobispado de Charcas.
POTOSÍ, con el territorio de las provincias de Porco, Chayanta, Atacama, Lípez, Chichas y Tarija.
Por cédula real de 1783, se ordenó que los Intendentes se
llamaran Gobernadores-Intendentes, y se agregaron al Virreinato las
gobernaciones militares de Mojos y Chiquitos. En 1784, se creó otra
Intendencia en la provincia de Callao, con su capital en la villa de
Puno.
Así abarcaba el Virreinato una extensión mayor a la cuarta
parte de todo el continente, con las regiones más ricas y el sistema
fluvial más poderoso.
La guerra con Portugal terminó por el tratado preliminar de límites, firmado en 1777.
En el artículo 15 de ese tratado, se decía: “Para que se
determinen con la mayor exactitud los límites insinuados en los
artículos de este tratado y se especifiquen sin que haya la menor duda
en lo futuro, se nombrarán comisario por sus majestades Católica y
Fidelísima, o se dará facultad a los gobernadores de las Provincias
para que ellos, o las personas que eligieren, las cuales sean de
conocida probidad, inteligencia y conocimiento del país, juntándose en
los parajes de la demarcación, señalen dichos puntos, otorgando los
instrumentos correspondientes y formando mapa puntual de toda la
frontera que se conociere”.
El virrey Ceballos, cuando acusó recibo de la cédula real
que transcribía el tratado, habló de las dificultades con que se
tropezaría en la demarcación, y dio su opinión en una forma que
precisaba el estado de estos pueblos:
“Los parajes -decía- no solamente distan muchísimas leguas
de los pocos gobiernos que puedan mirar aquellos puntos en calidad de
fronteras, sino que la mayor parte de ellos no reconocen gobiernos a
que puedan pertenecer y mucho menos personas de conocimiento práctico
ni aun especulativo de aquellos bosques, montes, ríos y cordilleras; de
suerte que, a excepción de los gobernadores de Montevideo, por lo que
hace al distrito de Río Grande, los del Paraguay con respecto a los
valles en que están situados los pueblos de Misiones y con alguna tal
cual idea, aunque confusa, los de Chiquitos y Mojos, en pasando el
Itenes, ríos de la Madera y Amazonas, no se conocen ni están erigidos
gobiernos algunos españoles a la parte del 0. E. en todo el vastísimo
terreno de más de mil leguas hasta el Orinoco y último término de la
referida línea.
Por esa ignorancia en que permanecieron todos los
gobiernos y que aprovecharon los portugueses en sus invasiones, el
Virreinato del Río de la Plata perdió gran parte de su primitivo
territorio.
La población no estaba tampoco en armonía con la enorme
extensión del país, pues en esos años, (1778) la Intendencia de
Buenos Aires tenía solamente, según el censo que se levantó, 37.679
habitantes, y no era de las menos pobladas.
Se dio comienzo a la demarcación durante el gobierno del marqués de Loreto, que fue el tercer virrey.
Durante la administración del virrey Vértiz, se sublevó,
en el Alto Perú, Túpac Amaru y arrastró a casi todos los indios
peruanos. Vencido, sufrió un horrible castigo: los jueces le condenaron
a presenciar el suplicio de todos los miembros de su familia, y
después de cortarle la lengua, fue atado a cuatro potros y
descuartizado.
Este acto salvaje mereció la condenación de todos los americanos.
El virrey Vértiz fue el primer funcionario de la colonia
que tuvo iniciativas en el sentido del progreso moral y material de las
provincias argentinas.
Extendió las fronteras y combatió contra los indígenas que
habían empezado a invadir las estancias en la provincia de Buenos
Aires para robar ganados.
Esas invasiones se llamaban "malones» y coincidieron en
varias épocas con el aprovechamiento comercial de los productos de la
ganadería que se hacía por el puerto de Buenos Aires, y también con los
contratos que formalizaban los gobiernos de Chile, para comprar
ganados a los indios.
Desde 1777 a 1810, el virreinato tuvo once Virreyes.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
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