Manuel Belgrano - Juan José Castelli - Mariano Moreno
MANUEL BELGRANO
Manuel José Joaquín del
Corazón de Jesús Belgrano (Buenos
Aires, Virreinato del Perú, 3 de junio
de 1770 – Buenos
Aires, 20
de junio de 1820)
fue un intelectual,
economista,
periodista,
político,
abogado y militar de las Provincias Unidas del Río de la
Plata, actual Argentina. Participó en la defensa de Buenos Aires durante
las Invasiones Inglesas, en la Revolución de Mayo, en la Guerra de Independencia de la
Argentina y en las guerras civiles argentinas. Fue el
creador de la Bandera de Argentina.
En las Invasiones Inglesas fue el único funcionario que no
juró fidelidad por el Rey de Inglaterra, salvándose de ser fusilado por el
prestigio que tenía ya su nombre en el ámbito del Consulado.
Murió sólo acompañado por su médico, a quien entregó su
reloj como pago por sus servicios, ya que se encontraba en la más extrema
pobreza, aún cuando el gobierno le debía varios miles de pesos por sus
servicios como militar.
Frases
de Manuel Belgrano
-
Mucho me falta para ser un verdadero padre de la
patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella.
-
Sirvo a la patria sin otro objeto que el de verla
constituida, ése es el premio al que aspiro.
-
No es lo mismo vestir el uniforme militar, que
serlo.
-
A quien procede con honradez, nada debe alterarle.
He hecho cuanto he podido y jamás he faltado a mi palabra.
-
Bien puede pesarle a todos los demonios, pero en
mí no tendrán jamás cabida.
-
Deseo ardorosamente el mejoramiento de los
pueblos. El bien público está en todos los instantes ante mi vida.
-
Deseo que todos sepan el bien para alegrarse, y el
mal para remediarlo, si aman a su patria; así que nada oculto ni ocultaré
jamás.
-
El honor y el premio son los resortes para que no
se adormezca el espíritu del hombre.
-
El miedo sólo sirve para perderlo todo.
-
El modo de contener los delitos y fomentar las
virtudes es castigar al delincuente y proteger al inocente.
-
En mis principios no entra causar males sino
cortarlos.
-
En vano los hombres se empeñan en arrastrar a su
opinión a los demás, cuando ella no está cimentada en la razón.
-
Esta paz tan estimable se compra al duro precio de
la sangre y de la muerte.
-
Este país, que al parecer no reflexiona ni tiene
conocimientos económicos, será sin comercio un país desgraciado, esterilizando
su felicidad y holgando su industria.
-
La vida es nada si la libertad se pierde.
-
Lo que creyere justo lo he de hacer, sin
consideraciones ni respetos a nadie.
-
Los hombres no entran en razón mientras no
padecen.
-
Me glorío de no haber engañado jamás a ningún
hombre y de haber procedido constantemente por el sendero de la razón y de la
justicia, a pesar de haber conocido la ingratitud.
-
Nadie me separara de los principios que adopté
cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada, y como éste solo es
mi objeto, no las glorias, no los honores, no los empleos, no los intereses,
estoy cierto de que seré constante en seguirlos.
-
No busco glorias sino la unión de los americanos y
la prosperidad de la patria.
-
Parece que la injusticia tiene en nosotros más
abrigo que la justicia. Pero yo me río, y sigo mi camino.
-
Que no se oiga ya que los ricos devoran a los
pobres, y que la justicia es sólo para aquéllos.
-
Qué otra cosa son los individuos de un gobierno,
que los agentes de negocios de la sociedad, para arreglarlos y dirigirlos del
modo que conforme al interés público.
-
Se apoderaron de mí las ideas de libertad,
igualdad, seguridad, propiedad, y sólo veía tiranos en los que se oponían a que
el hombre fuese donde fuese, no disfrutase de unos derechos que Dios y la
naturaleza le habían concedido.
-
Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos
más que lo que desgraciadamente somos.
-
Trabajé siempre para mi patria poniendo voluntad,
no incertidumbre; método no desorden; disciplina, no caos; constancia no
improvisación; firmeza, no blandura; magnanimidad, no condescendencia.
-
Yo no sé más que hablar la verdad y expresarme con
franqueza esto me lo he propuesto desde el principio de la revolución y he
seguido y seguiré así.
-
Me hierve la sangre, al observar tanto obstáculo,
tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés
por la patria.
-
Nuestros patriotas están revestidos de pasiones, y
en particular, la de la venganza; es preciso contenerla y pedir a Dios que la
destierre, porque de no, esto es de nunca acabar y jamás veremos la
tranquilidad.
-
Los gobiernos ilustrados, conociendo las ventajas
que prometen el premio y el honor, han echado mano de estos principios motores
del corazón humano para todas las empresas.
-
Mis intenciones no son otras que el evitar la
efusión de sangre entre hermanos.
-
No hallo medio entre salvar a la patria o morir
con honor.
-
Mis ideas no se apartan de la razón y justicia que
concibo, ni jamás se han dirigido a formar partidos, ni seguirlos.
-
¡Ay, Patria mía! (antes de
morir)
JUAN JOSÉ CASTELLI
Juan Jose Castelli (Buenos Aires,
19 de julio de 1764 – Buenos Aires, 12 de octubre de 1812). Era primo y
amigo de Manuel Belgrano, quien lo designó como suplente de la secretaría del
Consulado en 1796. Junto a Belgrano, Rodríguez Peña y Vieytes, fue uno de los
precursores de la Revolución de Mayo. Castelli fue comisionado para intimar al
Virrey Cisneros a que cesara en su cargo. Fue el encargado de defender la
posición patriota en las sesiones del Cabildo del 22 de Mayo de 1810.
A partir de entonces, lo llamaron "el orador de
la revolución". Fue nombrado vocal de la Primera Junta, organismo que le
encargó la represión de la contrarrevolución de Liniers en Córdoba. Castelli
actuó con toda energía fusilando a Liniers y a sus compañeros. Luego se le
encomendó la misión de ocupar el Alto Perú, donde impuso un gobierno
revolucionario, liberando a los indios de los servicios personales y de la
esclavitud, y fusilando a varios funcionarios reales.
Afectado por un cáncer de lengua, ésta le fue cortada
en 1811, silenciado así una de las principales voces de la Revolución.
Frases de Juan José Castelli
-
“Ningún
tirano haría progresos si no hubieren malvados que conducidos por el egoísmo y
arrastrados por el torrente de la pasiones antisociales, no sirviesen de apoyo
al trono erigido por los déspotas entre las ruinas de la virtud y derechos más
augustos del hombre”.
-
“Sabed que
el gobierno de donde yo procedo solo aspira a restituir a los pueblos su
libertad civil y que vosotros bajo su protección viviréis libres gozando en paz
juntamente con nosotros esos derechos originarios que nos usurpó la fuerza. En
una palabra, la junta de la capital os mirará como a hermanos, y os considerará
como iguales, éste es todo su plan, y jamás discrepará de él mi conducta”.
-
“Si el
Pueblo es el origen de toda autoridad, y el magistrado no es sino un precario
ecónomo de sus intereses, es un deber suyo manifestar los motivos que
determinan sus operaciones”.
-
“Un corazón
formado en la intriga y habituado al crimen no puede ocultar por mucho tiempo
el veneno que lo alimenta, y aunque la explosión de su malicia se dilata
algunas veces, al fin se descubre sus progresos”
-
“La muerte
será la mayor recompensa de mis fatigas, cuando haya visto ya expirar a todos
los enemigos de mi patria, porque entonces nada tendrá que desear mi corazón, y
mi esperanza quedará en una eterna apatía, al ver asegurada para siempre la
libertad del Pueblo Americano”.
-
Yo, Juan José Castelli, criollo, principal
representante de la posición revolucionaria, propongo un cambio en el gobierno
para mejorar la situación en América. Nuestras tierras no pertenecen a los
españoles, sino a nuestro rey Fernando VII, que sigue siendo prisionero de
Napoleón, y no le permite estar en el trono, la soberanía debería volver a
nuestro pueblo. Propongo sacar al virrey Cisneros de su cargo y crear una junta
para gobernar, como lo han hecho los españoles y por último, pido el apoyo
mediante una votación justa y sin rencores, de lo que he dicho. ¡DEBEMOS TOMAR
UNA DECISIÓN!, para poder comunicarle al pueblo, que está esperando una
respuesta.
-
Queridos compatriotas y ciudadanos del pueblo
de Buenos Aires: es de su conocimiento la situación conflictiva de
España, por tal motivo quiero comunicarles y pedirles que sean sensatos en el
momento de tomar una decisión, ya que está en juego el futuro de nuestro
pueblo. Por eso les propongo que apoyen mi postura, al caer el Rey tenemos
derecho a ejercer nuestra propia soberanía, ejercer libremente un nuevo
gobierno ya que la figura de nuestra metrópoli, España, deja de existir y no
tiene ningún derecho ni facultades para establecer ni dirigir nuestro destino.
Este es el momento de ser libres, no desaprovechemos esta oportunidad.
-
Los
naturales de este distrito por tantos años han sido mirados con abandono y
negligencia, oprimidos y defraudados en sus derechos y en cierto modo excluidos
de la mísera condición de hombres que no se negaba a otras clases rebajadas por
la preocupación de su origen. Así es que, después de haber declarado el gobierno
superior, con la justicia que reviste su carácter, que los indios son y deben
ser reputados con igual opción que los demás habitantes nacionales a todos los
cargos, empleos, destinos, honores y distinciones por la igualdad de derechos
de ciudadanos, sin otra diferencia que la que presta el mérito y aptitud: no
hay razón para que no se promuevan los medios de hacerles útiles reformando los
abusos introducidos en su perjuicio y propendiendo a su educación, ilustración
y prosperidad con la ventaja que presta su noble disposición a las virtudes y
adelantamientos económicos.
-
“¡Si ves al futuro, decile que no
venga!" (antes de
morir).
MARIANO MORENO
MARIANO MORENO (Buenos
Aires, Virreinato del Río de la Plata, 23
de septiembre de 1778
– Altamar
, 4 de
marzo de 1811),
fue un abogado,
periodista
y político de las Provincias Unidas del Río de la
Plata. Tuvo una participación importante en los hechos que condujeron a la Revolución de Mayo y una actuación decisiva como
secretario de la Primera Junta, resultante de la misma. Moreno fue el
ideólogo de esa revolución, abogado defensor de los derechos de los indios. Fue
siempre fiel a sus ideales de liberación e ideología roussoniana aprendidos en
la universidad más prestigiosa de la región en la época, la Universidad de Chuquisaca. Moreno fue uno
de los que no se dejaron seducir por la princesa Carlota
Joaquina, hermana del Rey
de España Fernando VII de Borbón y
esposa del príncipe Juan de Braganza, de Portugal ya que
no consideraba que ella fuera la gobernante adecuada para la independencia de
estos pueblos. La ilusión del Carlotismo, de todos modos, le duraría muy poco a los
patriotas. Con sus escritos y exposiciones, Moreno contribuyó al desarrollo del
libre
comercio en el Río de la Plata. Además, en julio de 1810 la Junta
lo designó para que redactara un Plan de Operaciones y el proyecto de
estrategia política de la revolución, debido a la gran capacidad que Moreno
tenía con la escritura y la oratoria.
Fue envenenado por orden de Saavedra mientras se dirigía
como embajador a Inglaterra, y su cuerpo fue arrojado al mar, irónicamente
envuelto en la bandera inglesa.
Frases
de Mariano Moreno
-
Quiero más una libertad peligrosa que una
servidumbre tranquila.
-
El pueblo no debe contentarse con que sus jefes
obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Seremos respetables a
las naciones extranjeras, no por riquezas, que excitarán su codicia; no por el
número de tropas, que en muchos años no podrán igualar las de Europa; lo
seremos solamente cuando renazcan en nosotros las virtudes de un pueblo sobrio
y laborioso.
-
Yo he visto llorar muchos hombres por la infamia
con que se les entregaba; y yo mismo he llorado más que otro alguno, cuando a
las tres de la tarde del 27 de junio de 1806, vi entrar a 1. 560 hombres
ingleses, que apoderados de mi patria se alojaron en el fuerte y demás
cuarteles de la ciudad.
-
(...) No debía escandalizarse por el sentido de
mis voces, de cortar cabezas, verter sangre y sacrificar a toda costa. Para
conseguir el ideal revolucionario hace falta recurrir a medios muy radicales.
-
Nada es hoy tan provechoso para la España como
afirmar por todos los vínculos posibles la estrecha unión y alianza con la
Inglaterra. Esta nación generosa que, conteniendo de un golpe el furor de la
guerra, franqueó a nuestra metrópoli auxilios y socorros, es acreedora por los
títulos más fuertes a que no se separe de nuestras especulaciones el bien de
sus vasallos (...) Acreditamos ser mejores españoles cuando nos complacemos de
contribuir por relaciones mercantiles a la estrecha unión de una nación
generosa y opulenta, cuyos socorros son absolutamente necesarios para la
independencia de España.
-
Es justo que los pueblos esperen todo bueno de sus
dignos representantes; pero también es conveniente que aprendan por sí mismos
lo que es debido a sus intereses y derechos.
-
La verdad, como la virtud, tienen en sí mismas su
más incontestable apología; a fuerza de discutirlas y ventilarlas aparecen en
todo su esplendor y brillo: si se oponen restricciones al discurso, vegetará el
espíritu como la materia; y el error, la mentira, la preocupación, el fanatismo
y el embrutecimiento, harán la divisa de los pueblos, y causarán para siempre
su abatimiento, su ruina y su miseria.
-
Felizmente, se observa en nuestras gentes, que
sacudido el antiguo adormecimiento, manifiestan un espíritu noble, dispuesto
para grandes cosas y capaz de cualesquier sacrificios que conduzcan a la
consolidación del bien general.
-
Sea que sigan dependiendo de España o que formen
gobiernos independientes, lo cierto es que los sudamericanos, en este momento,
abren sus brazos a Inglaterra: es indiferente en qué forma buscan nuestra
ayuda, siempre que el incremento de los negocios y el nuevo mercado que nos ofrecen
para la venta de nuestras manufacturas compense nuestra protección.
-
¡Levante el dedo el pueblo que no tenga que llorar
hasta ahora un cúmulo de adoptados errores, y preocupaciones ciegas, que viven
con el resto de sus individuos; y que exentas de la decrepitud de aquéllos, no
se satisfacen con acompañar al hombre hasta el sepulcro, sino que retroceden
también hasta las generaciones nacientes para causar en ellas igual cúmulo de
males!
-
Las naciones verdaderamente ilustradas se
propusieron y lograron frutos muy diferentes de sus bibliotecas públicas. Las
treinta y siete que contaba Roma en los tiempos de su mayor ilustración, eran
la verdadera escuela de los conocimientos, que tanto distinguieron a aquella
nación célebre, y las que son hoy día tan comunes en los pueblos cultos de
Europa, son miradas como el mejor apoyo de las luces de nuestro siglo.
-
Seamos, una vez, menos partidarios de nuestras
envejecidas opiniones; tengamos menos amor propio; dese acceso a la verdad y a
la introducción de las luces y de la ilustración: no se reprima la inocente
libertad de pensar en asuntos del interés universal; no creamos que con ella se
atacará jamás impunemente al mérito y la virtud, porque hablando por sí mismos
en su favor y teniendo siempre por árbitro imparcial al pueblo, se reducirán a
polvo los escritos de los que, indignamente, osasen atacarles.
-
El gobierno antiguo nos había condenado a vegetar
en la oscuridad y abatimiento, pero como la naturaleza nos ha criado para
grandes cosas, hemos empezado a obrarlas, limpiando el terreno de tanto mandón
ignorante.
-
Si el hombre no hubiera sido constantemente
combatido por las preocupaciones y los errores, y si un millón de causas que se
han sucedido sin cesar, no hubiesen grabado en él una multitud de conocimientos
y de absurdos, no veríamos, en lugar de aquella celeste y majestuosa
simplicidad que el autor de la naturaleza le imprimió, el deforme contraste de
la pasión que cree que razona cuando el entendimiento está en delirio.
-
Desde el descubrimiento empezó la malicia a
perseguir unos hombres que no tuvieron otro delito que haber nacido en unas
tierras que la naturaleza enriqueció con opulencia y que prefieren dejar sus
pueblos que sujetarse a las opresiones y servicios de sus amos, jueces y curas.
-
Si los pueblos no se ilustran, si no se divulgan
sus derechos, si cada hombre no conoce lo que puede, vale y debe, nuevas
ilusiones sucederán a las antiguas y será tal vez nuestra suerte cambiar de
tiranos sin destruir la tiranía.
-
“¡Se necesitó tanta agua para apagar tanto fuego!” (Cornelio
Saavedra, al notificársele oficialmente la muerte de Moreno)
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