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domingo, 25 de junio de 2017

TRES HÉROES DE LA INDEPENDENCIA

TRES HÉROES DE LA INDEPENDENCIA



José de San Martín
José Francisco de San Martín nació en Yapeyú, actualmente en la provincia argentina de Corrientes, a la vera del caudaloso río Uruguay, el día 25 de febrero de 1778.
En 1784 se traslada a España con su familia, donde estudia primero en el Seminario de Nobles de Madrid y luego, en 1789, inicia su carrera militar en el regimiento de Murcia. Sirve en las filas de España durante las guerras contra los franceses y en 1808 combate en la batalla de Baylén contra los ejércitos de Napoleón que habían invadido la Península.
En Cádiz conoce a otros militares de América del Sur y se enrola en las logias que promovían la independencia. En 1811 renuncia a su carrera militar en España y se embarca desde Inglaterra hacia el Río de la Plata en la fragata George Canning, donde arriba el 9 de marzo de 1812 acompañado por otros patriotas.
El gobierno independiente de Buenos Aires acepta los servicios de San Martín, reconoce su grado de teniente coronel y le encarga crear un cuerpo de combate que luego sería el glorioso regimiento de Granaderos a Caballo. En ese mismo año se casa con María de los Remedios de Escalada, que pertenecía a una distinguida familia del país y crea la logia Lautaro, cuyo objetivo era liberar América del Sur del yugo español. En octubre de 1812, los miembros de la logia encabezan un movimiento que tiene por objeto remover algunos miembros del Primer Triunvirato. Entonces, pacíficamente, el Cabildo nombra al Segundo Triunvirato, quienes, al poco tiempo, llaman a una asamblea de delegados de las provincias con el fin de dictar una constitución.
El 3 de febrero de 1813 los Granaderos a Caballo vencen en un combate, en las barrancas de San Lorenzo, a las fuerzas de desembarco realista que arribaron con varias naves desde el puerto de Montevideo.
En enero de 1814 San Martín toma el mando del ejército del Norte, de manos de Belgrano que regresaba derrotado del Alto Perú -hoy la república de Bolivia-. Se encuentran en la Posta de Yatasto y desde entonces los dos patriotas entablan una larga amistad.
Al poco tiempo de encontrarse San Martín en Tucumán, se dio cuenta que era imposible llegar a Lima, que en ese momento era el centro del poder realista, por el camino terrestre del Alto Perú. Fue entonces que el Coronel concibió la idea, que luego realizaría con éxito, de cruzar la cordillera y atacar la Ciudad de los Virreyes por el mar.
Una enfermedad lo obliga a pedir licencia y consigue que lo nombren Gobernador de Cuyo, y parte para Mendoza, al pie de la cordillera de los Andes. Allí se repone y comienza a preparar un ejército para cruzar la cordillera.
En 1816 envía, por la provincia de Cuyo, delegados al congreso que se reunía en Tucumán con órdenes expresas de insistir en la declaración de la independencia. La declaración de la independencia de España se aclamó el 9 de julio de ese año.
Desde Mendoza prepara con escasos medios un ejército. Todo el pueblo contribuye con su trabajo y con sus bienes para realizar la peligrosa expedición. Insiste ante el gobierno de Buenos Aires a que autorice a sus tropas el cruce de la cordillera.
En enero de 1817 comienza el cruce del ejército, alrededor de 4000 hombres, la caballería, la artillería de campaña y las provisiones para un mes. Cruzaron divididas en dos columnas por el paso de Los Patos y por el de Uspallata, y se encontraron en Santa Rosa de los Andes.
El 12 de febrero de 1817, pocos días después del paso de la Cordillera, el ejército de los Andes vence a los realistas en la batalla de Chacabuco y a los pocos días el Libertador entra en la ciudad de Santiago. El Cabildo se reunió el día 18 y designó a San Martín como Director Supremo, pero éste renunció al honor y entonces fue electo para el cargo el general Bernardo O´Higgins.
En los primeros días de 1818, un ejército realista desembarcado del Perú, avanzaba sobre la capital de Chile. El 19 de marzo, en un ataque nocturno, los realistas derrotan a los patriotas en la batalla de Cancharrayada y O´Higgins resulto herido.
El ejército Unido argentino chileno se rehace y el 5 de abril derrotan completamente a los realistas en la batalla de Maipú, que puso fin a los esfuerzos españoles para dominar el país.
El camino hacia Lima por mar estaba abierto, pero era necesario crear una flota que no existía. Con algunos barcos capturados al enemigo y otros comprados a los Estados Unidos e Inglaterra se crea la marina chilena que estuvo al mando de Blanco Encalada y luego del almirante inglés Lord Cochrane.
El 20 de agosto de 1820, parte el ejército expedicionario argentino chileno del puerto de Valparaíso hacia el Perú.
En el mes de julio de 1821, San Martín entra triunfante a Lima, proclama la independencia, es designado Protector del Perú y ejerce el gobierno.
El 26 de julio de 1822 San Martín se entrevista con Simón Bolívar en la ciudad de Guayaquil, hoy Ecuador. Se reúnen los dos libertadores de Sudamérica, del norte y del sur. Conferencian en secreto por más de cuatro horas. San Martín regresa a Lima la noche del 26.
El 20 de setiembre de ese año se reúne en Lima el primer Congreso del Perú y el Protector renuncia a su cargo. El mismo día se embarca para Chile y meses más tarde cruza a Mendoza.
El 3 de agosto de 1823 muere su esposa en Buenos Aires. El 10 de febrero de 1824, disgustado por las guerras civiles en que estaban envueltas las Provincias Unidas del Río de la Plata, se embarca para Francia con su hija Mercedes. En europa se ocupa de la educación de su hija y escribe para ella las Máximas para su hija que son un resumen de su filosofía de vida. Reside en Europa hasta su muerte el 17 de agosto de 1850 en la ciudad de Boulogne Sur Mer.

Manuel Belgrano
(Buenos Aires, 1770-1820) Abogado, político y militar argentino, una de las figuras fundamentales del proceso que condujo a la independencia del país. Recordado como el creador de la bandera nacional y el general que consolidó la independencia con sus victorias en las batallas de Tucumán y Salta (1812-1813), Manuel Belgrano fue ante todo un intelectual de intachable integridad y firmes convicciones patrióticas, un trabajador desinteresado e infatigable al servicio del progreso del país y la educación de sus habitantes. Las circunstancias de la lucha emancipadora y su propia coherencia de pensamiento y acción lo abocaron, sin embargo, a asumir misiones militares para las que no estaba preparado, y en las que cosechó éxitos y fracasos.
Criollo de origen italiano, Manuel Belgrano era hijo de un comerciante genovés radicado en Buenos Aires, don Domingo Belgrano Peri, y de doña María Josefa González Casero. El joven Manuel estudió latín, filosofía y teología en el Real Colegio de San Carlos; marchó luego a España y cursó estudios en Salamanca, Valladolid (se graduó de bachiller en 1789) y Madrid, en cuya universidad obtuvo en 1792 el diploma de abogado, dedicando especial atención a la economía política. Desde allí siguió los acontecimientos de la Revolución Francesa de 1789, que le influyeron hasta el punto de llevarle a adoptar la ideología liberal. Regresó al Río de la Plata al ser nombrado secretario del Consulado de Buenos Aires (1794-1810).
Desde este cargo abogó por la libertad de comercio, el desarrollo de la agricultura y la creación de escuelas comerciales y de náutica. En 1806 participó como capitán de las milicias urbanas en la defensa frente la invasión inglesa; fue designado sargento mayor del regimiento de Patricios y sirvió como ayudante de Santiago Liniers. Sin descuidar su tarea en el Consulado, colaboró en el Semanario de agricultura, industria y comercio, fundó una Sociedad Patriótica, Literaria y Económica y el periódico Correo de Comercio, siempre con el ánimo de difundir y llevar a la práctica su ideario liberal y de contribuir al desarrollo educativo, cultural y económico del país.
Pronto tomó conciencia, sin embargo, de que sus proyectos modernizadores eran irrealizables en el anquilosado marco de la administración colonial, y de que sólo la independencia podía traer el progreso. Ganado para la causa emancipadora, empezó a conspirar contra la dominación española desde que en 1809 llegaron noticias de la ocupación de la metrópoli por el ejército francés. Belgrano fue uno de los dirigentes de la Revolución de mayo (18-25 de mayo de 1810), punto de partida del proceso independentista, y formó parte como vocal de la Junta que se creó en Buenos Aires el 25 de mayo de 1810, embrión del futuro gobierno argentino.
La Junta de Buenos Aires intentó preservar la unidad del hasta entonces Virreinato del Río de Plata, que englobaba aproximadamente los territorios actuales de Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia, más una parte de Chile y el sur de Brasil. Aunque no era militar profesional, Manuel Belgrano fue nombrado general al mando del ejército del Paraguay, formado con el objetivo de obtener la adhesión de este territorio al proceso independentista, pero resultó vencido por los paraguayos, fracasando el intento de mantener a Paraguay unido a Argentina (1811); pese a la derrota en las armas, dejó sembrado entre los jefes paraguayos el anhelo de libertad.
En 1812 Manuel Belgrano asumió la jefatura del Ejército del Norte y creó y enarboló por primera vez, en las barrancas rosarinas del Paraná, la bandera azul y blanca que había de convertirse en enseña oficial de la nación. Al mando de sus tropas venció a las fuerzas españolas del general Juan Pío de Tristán y Moscoso en las batallas de Tucumán (1812) y Salta (1813), que salvaguardaron la independencia argentina al contener la contraofensiva realista lanzada desde el norte; pero en 1813 volvió a ser derrotado cuando intentaba proseguir su avance invadiendo el Alto Perú (la actual Bolivia), que quedó bajo el dominio de los españoles.
Destituido del mando militar, Manuel Belgrano siguió prestando servicios a la causa argentina en el plano diplomático; en 1815 fue enviado junto con Bernardino Rivadavia a Europa para negociar, sin resultados, el reconocimiento de la independencia. Regresó al cierre del Congreso de Tucumán (1816), en cuyo seno expuso sus convicciones monárquicas. Conforme a los planteamientos de Belgrano, el Congreso declaró formalmente la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata, núcleo de la actual Argentina, y aprobó como bandera nacional la que Belgrano había diseñado e izado en 1812; sin embargo, su recomendación de constituir una monarquía fue desoída: el Congreso consolidó el Directorio como principal órgano ejecutivo y nombró director supremo a Juan Martín de Pueyrredón (1816-1819).
Entretanto, las disensiones entre centralistas y federalistas dieron inicio a una serie de convulsiones y pugnas civiles que marcarían las primeras décadas de la Argentina independiente. Otra vez al frente del ejército auxiliar de Perú, Manuel Belgrano hubo de contener las sublevaciones de los jefes militares que se pronunciaron a favor del federalista José Gervasio Artigas. Cooperó con las fuerzas de Martín Miguel de Güemes para frenar una contraofensiva española, pero hallándose en Cruz Alta contrajo una grave dolencia, a causa de la cual se retiró a Tucumán. En noviembre de 1819, enfermo de muerte, regresó a Buenos Aires; sumido en la pobreza, falleció de hidropesía el 20 de junio de 1820, después de haber pronunciado las palabras "¡Ay, patria mía!": ese día la ciudad de Buenos Aires, presa de la anarquía, contaba con tres gobernadores al mismo tiempo. Sus restos se conservan en un mausoleo, obra del escultor Ximenes, en la basílica del Rosario de la Capital Federal.
  
Martín Miguel de Güemes
(Salta, 1785 - 1821) Militar y patriota argentino. Gobernador de Salta desde 1815, organizó las partidas guerrilleras que impidieron el avance del ejército español en el Alto Perú, permitiendo a San Martín la preparación del ejército de los Andes.
Descendiente de una acaudalada familia que le pudo brindar una esmerada educación, cursó estudios en el Colegio de San Carlos de Buenos Aires. Desde la adolescencia manifestó una clara vocación militar y desde los 14 años sirvió en el regimiento de infantería de su ciudad natal. Participó luego en la defensa del Río de la Plata contra la invasión inglesa. Liniers le nombró en 1807 su ayudante y teniente de su escolta de granaderos.
Al morir su padre en 1808 regresó a Salta para hacerse cargo del patrimonio familiar. Abrazó luego el movimiento independentista de 1810 y formó un grupo de caballería con el que se situó en Humahuaca, con objeto de interponer una fuerza patriota entre las filas realistas del Alto Perú y del Río de la Plata. Combatió en las batallas de Cotagaita y Suipacha, pero tuvo divergencias con Juan José Castelli y volvió a Salta.
Tras la derrota de Guaqui en 1811, protegió la retirada de Pueyrredón, lo que le valió alguna popularidad. Manuel Belgrano, que sería luego su amigo, le mandó a Buenos Aires. Asistió al cerco de Montevideo hasta fines de 1813 y ascendió a teniente coronel. Entonces fue enviado con una expedición en socorro del ejército del norte, derrotado por Pezuela en 1813. Volvió a Salta y reclutó campesinos con los que formó un ejército. En enero de 1814 el general realista Ramírez de Orozco ocupó Jujuy, pero Güemes llegó hasta allí y logró contener el avance, regresando los españoles nuevamente al Alto Perú en agosto del mismo año.
Güemes fue elegido gobernador de Salta en 1815 y realizó entonces una reorganización defensiva del territorio. Declaró a toda la población en Asamblea y adoptó como tipo de organización militar las partidas guerrilleras: cada veinte o treinta vecinos constituían una partida a cargo de un oficial, que dirigía los ejercicios militares. Sus unidades más efectivas eran las de caballería, compuestas por auténticos gauchos. Eran grupos armados que se movían continuamente a caballo, sin apearse apenas, y que resultaron formidables para romper y destrozar las fuerzas realistas, compuestas fundamentalmente de infantería e integradas por indios. La caballería de Güemes practicaba la guerra de guerrillas con contundente eficacia. Los gauchos salteños lograron evitar varias veces que las tropas realistas avanzaran desde el Alto Perú hacia la región rioplatense.
Mientras tanto, Rondeau había fracasado en la tercera incursión argentina al Alto Perú. Tras la derrota de Viluma (1815) y, sobre todo, después de la de Sipe Sipe (28 de noviembre de 1815), los españoles se lanzaron de nuevo a la conquista del Río de la Plata. El virrey Pezuela había delegado el mando en José de la Serna, que recibió la orden de invasión en un momento muy favorable para la restauración del poderío español en toda América. La situación para las tropas patriotas era dramática y Buenos Aires temió una catástrofe.
Fue entonces cuando Güemes realizó su mejor actuación militar, defendiendo la frontera frente los realistas con sus gauchos, mientras José de San Martín preparaba en el oeste el Ejército Libertador. Rondeau quiso sustituir a Güemes y ocupó Salta, pero el caudillo salteño le sitió en marzo de 1816, llegando ambos jefes a un acuerdo. Güemes siguió resistiendo a los españoles en la frontera, sobre todo después de que Pueyrredón ordenara la retirada de las tropas porteñas de Tucumán. En noviembre de 1816 se produjo la esperada invasión realista. Olañeta ocupó Jujuy en enero de 1817 y José Canterac en 1819, pero sin poder penetrar al interior. Güemes siguió con su guerra defensiva y fue nombrado por San Martín jefe del ejército de observación del Perú.
Los jefes políticos y militares argentinos entraron posteriormente en muchas divergencias y Güemes tuvo que enfrentarse con el gobernador de Tucumán, venciéndole en 1821. Luego llegaron nuevamente los realistas, dirigidos ahora por Guillermo Marquegui, cuñado de Olañeta, que ocuparon otra vez Jujuy, aunque tuvieron que rendirse más tarde. Ocurrieron entonces algunos desórdenes en Salta, debidos al descontento producido por la presión fiscal impuesta por Güemes. Olañeta quiso aprovecharla, enviando allí al general José María Valdés, que tomó Salta el 7 de junio de 1821. En el combate resultó herido Güemes, que murió diez días después como consecuencia de la herida en la Cañada de la Horqueta, adonde se había retirado. Los patriotas recuperaron Salta en julio siguiente.

Relación entre Belgrano, San Martín y Güemes
Belgrano y Güemes coincidieron en las acciones militares durante las Invasiones Inglesas. Mientras Belgrano formó en las milicias urbanas, en el Regimiento de Patricios y bajo el mando de Saavedra y Liniers, Güemes había llegado en 1805 con su Regimiento Fijo de Infantería desde Salta destacándose en la defensa de Buenos Aires protagonizando una inusual hazaña comandando un pelotón de húsares con el que logró la rendición del navío británico "Justina", encallado frente al puerto, en una acción de guerra, como pocas en la historia, en la que un buque es capturado por una partida de caballería.  Mientras tanto, San Martín en España participaba como capitán, en las filas del ejército peninsular en las guerras europeas.
La revolución los encontrará comprometidos con los ideales de Mayo, y en tanto Belgrano ejercía como vocal de la Primera Junta de Gobierno, Güemes comenzaba su acción en el Norte en las primeras acciones militares en la Quebrada de Humahuaca, iniciando su liderazgo de las milicias gauchas en el Ejército del Norte a las órdenes de Juan Martín de Pueyrredón.
Posteriormente será separado del ejército por orden del nuevo jefe, Manuel Belgrano, por problemas privados e indisciplina; regresando al escenario de batalla en diciembre de 1813 a las órdenes del coronel San Martín, quien se hará cargo en enero de 1814 de aquella hueste. 
En esos momentos los “tres hermanos de causa” podrán intercambiar ideas sobre la revolución y zanjadas sus primeras diferencias con el creador de la bandera, Güemes será designado por San Martín general en jefe del Ejército de Observación, encargándole las avanzadas sobre el río Pasaje y luego la defensa de la frontera con el Alto Perú. 
Durante esos días Belgrano, Güemes y San Martín analizarán el rumbo de la revolución, y el creador de la bandera y el Gaucho General convencerán al Gran Capitán de no “hacer camino por el norte”, madurando así el plan de liberación continental desde Cuyo. 
Pronto tomarán caminos distintos siempre ocupados y preocupados por la Libertad de América. Belgrano deberá abandonar su puesto y enfrentar un consejo de guerra por las derrotas de Vilcapugio y Ayohúma, y una vez libre de culpa y cargo, partirá a Europa en misión diplomática junto a Bernardino Rivadavia. 
Poco antes el coronel San Martín, luego de dejar el Ejército del Norte, asumirá, en setiembre de 1814, la Gobernación Intendencia de Cuyo, confiando a Güemes y sus gauchos la línea del Norte. Un año después, setiembre de 1815, Don Martín asumirá la Gobernación Intendencia de Salta, carteándose asiduamente con su par de Cuyo. 
Hacia fines de 1815 y principio de 1816, San Martín seguirá de cerca el conflicto desatado entre el nuevo jefe del Ejército del Norte, José Rondeau, y Güemes, tratando de influir a través de sus cartas, para que ambos resuelvan sus diferencias y retomen la lucha por la causa de la libertad; finalmente los jefes militares firmarán el “Pacto de los Cerrillos” y aquel desde Cuyo lo celebrará diciendo: “... más que mil victorias he celebrado la mil veces feliz unión de Güemes con Rondeau. Así es que las demostraciones en ésta sobre tan feliz incidente se han celebrado con una salva de veinte cañonazos, iluminación, repiques y otras mil cosas” (carta a Tomás Godoy Cruz).  
San Martín, preocupado por “la unidad de miras” en pos de la misma causa, propiciaba desde su “Ínsula Cuyana” la reunión del Congreso de Tucumán, la pronta Declaración de la Independencia, la elección de otro hermano de causa, Juan Martín de Pueyrredón, como Director Supremo, ponía en pie el Ejército Libertador de los Andes, alentaba a Buenos Aires a concertar la paz con Artigas y los caudillos del Litoral, y proponía a Belgrano para que, una vez más, se hiciese cargo del Ejército del Norte, expresando: “… en caso de nombrar quien deba reemplazar a Rondeau yo me decido por Belgrano, este es el más metódico de los que conozco en nuestra América, lleno de integridad y talento natural, no tendrá los conocimientos de un Moreau o Bonaparte en punto a milicia, pero créame usted que es lo mejor que tenemos en la América del Sur”. 
Belgrano y Güemes escribirán habitualmente a San Martín, y cuando el triunfo de Maipú se dirigirán al Libertador para felicitarlo diciendo: Güemes: “Las armas de la Nueva Nación manejadas por la diestra mano de VE, repiten sus triunfos dando mayor timbre al valor americano, y sirviendo de terror y espanto al orgulloso peninsular. Muy pronto verá este que el estandarte de la libertad flamea aun en sus mismos muros... ya que la suerte no ha querido que al lado de VE tenga mi espada una pequeña parte en la venturosa gloria del día 5 del actual, quiera al menos dar acogida al amor y respeto con que tengo el honor de felicitar a VE y acompañarle desde aquí...”; en tanto que Belgrano le decía: “Nunca se manifiesta el sol con más brillantez y alegría que después de una tempestad furiosa: el azaroso acontecimiento del 19 de marzo en los campos de Talca, le dio palpablemente el último grado de importancia e inmortalidad al venturoso del 5 del corriente en los de Maipú...Circunscribo los plácemes que doy a VE a la extensión de mi característica sinceridad... complaciéndome la infalibilidad, de que la nación en masa, entrando yo en parte, elevará en el centro de su corazón el monumento de su eterna gratitud que inmortalice al héroe de los Andes”.
La amistad entre ellos continuó, pero las tempranas muertes del inigualable Manuel Belgrano, acaecida el 20 de junio de 1820, y del bravo Martín Miguel de Güemes, un año después, el 17 de junio de 1821, dejaron a San Martín solo en la última fase de la guerra por la Independencia. Creo, sin duda, que San Martín sintió al final de su obra la falta de aquellos hermanos de causa que tanto hicieron junto a él por la Libertad de América.

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